Many years ago, when I was a parish priest, I remember a parishioner approaching me and saying, “Father Dave, you come from good stock.” The comment was not so much about me but, rather, my roots and the foundation that my parents and siblings provided for me. While I attended a handful of schools in my life, none taught me more lessons than the classroom of family. In so many ways, we are what we are, for better or worse, because of our family.
The good stock of my family transcended my dear parents and loving siblings, for it included grandparents, aunts, uncles and cousins, and more recently, nephews and nieces. In my extended family circle, perhaps no one was more influential to us than my mom’s oldest sister, Rita Wilson Kane. Aunt Rita was a devout woman of faith and a loving mother who attended Mass daily and had a deep devotion to the Blessed Mother. For much of her life, Aunt Rita was a public servant, serving as the elected Register of Wills for Allegheny County. As a woman in politics, Aunt Rita was a pioneer whose influence extended into the state of Pennsylvania. Although Aunt Rita was a powerful voice, she always exercised this power in a humble fashion. And from my perspective, Aunt Rita never compromised her Catholic faith.
Aunt Rita’s best friend was the late former mayor of Pittsburgh, Sophie Masloff. Aunt Rita and Sophie were inseparable. When they were not serving the public, they would take quick shopping trips. When Sophie first became mayor of Pittsburgh, she was invited out to Hollywood for a taping of a late-night talk show. She took Aunt Rita with her.
Hours before the taping, which would air across the country, Sophie asked Aunt Rita, “Where is David right now? I need you to get him on the phone to say a prayer because I am really nervous.” Aunt Rita said, “Sophie, I don’t have any idea where David is right now. Just get on your knees with me and let’s pray.” So, these two life-long friends, one Catholic and the other Jewish, knelt and prayed together. They then traveled to the studio for the taping, which was a huge success.
This story made a lasting impression upon me, not just because it brought a Christian and a Jew together in prayer, but because it also demonstrated to me the importance of grounding all that we do and all that we are in faith. If we call ourselves men and women of faith, we cannot afford to compromise our faith when we find ourselves in the public arena or the arena of politics. Quite simply, faith cannot be compartmentalized or turned on or off as needed. The living out of our faith needs to be constant with every breath and step.
Here in Ohio, we are being asked this fall to go to the polls to vote on a proposed amendment to the Ohio Constitution that would dangerously expand legalized abortion. This extreme proposal endangers women by weakening key health and safety standards and would threaten parental rights. It even opens the door to painful abortion through all nine months of pregnancy. Please know that I am not a politician, and I would never endorse any candidate. At the same time, as your shepherd, I need to stand up for what is right and be a voice for the voiceless in the wilderness of what is becoming an increasingly throwaway culture. From the child in the womb to the migrant fleeing violence or environmental disaster, from women and families in poverty to the prisoner on death row—we are called to choose life and help it flourish.
In his Letter to the Galatians, Saint Paul says, “Let us not grow tired of doing good, for in due time we shall reap eternal life from the spirit” (Galatians 6:9). In some translations, it reads, “Let us never grow weary of doing what is right.” In our Catholic Christian faith, if it is to be authentic and model the faith of Jesus Christ, we must always seek what is good and right. For God’s sake and the good of our faith, as well as the good of pregnant women, children in danger and the unborn, please say “No” to this amendment when you vote on November 7.
We cannot wear our faith like we wear our clothes—that is, changing them according to the weather and whim. To be Christian is to always be clothed in Christ in all seasons and seek like Jesus all that is good and right.
Hace muchos años, cuando era un sacerdote de parroquia, recuerdo que un feligrés se me acercó diciendo, “Padre Dave, usted viene de buena estirpe.” El comentario no fue tanto sobre mí sino sobre mis raíces y las bases que mis padres y mis hermanos me dieron. Aunque asistí a un puñado de escuelas en mi vida, ninguna me enseñó más lecciones que el aula de la familia. De muchas maneras, somos lo que somos, para bien o para mal, gracias a nuestra familia.
El buen linaje de la familia trascendió a mis queridos padres y amados hermanos, ya que incluía a mis abuelos, tías, tíos y primos, y más recientemente, sobrinos y sobrinas. En el círculo de mi familia extendida, quizá nadie fue más influyente para nosotros que la hermana mayor de mi madre, Rita Wilson Kane. Y Rita era una mujer devota, de fe y madre amorosa que asistía a misa diariamente y tenía una profunda devoción a la Santísima Madre. Durante gran parte de su vida, tía Rita fue una funcionaria pública, sirviendo luego de ser elegida para el Registro de Testamentos del Condado de Allegheny. Como mujer en la política, tía Rita fue una pionera cuya influencia se extendió al Estado de Pensilvania. Tía Rita tenía una fuerza poderosa, sin embargo, ella siempre ejerció este poder de una manera humilde. Y desde mi perspectiva, tía Rita nunca comprometió su fe católica.
La mejor amiga de tía Rita fue la difunta ex alcaldesa de Pittsburgh, Sophie Masloff. Tía Rita y Sophie eran inseparables. Cuando no estaban sirviendo al público, ellas hacían cortos viajes de compras. Cuando Sophie se convirtió por primera vez en alcaldesa de Pittsburgh, ella fue invitada a Hollywood para la grabación de un programa nocturno. Ella llevó a la tía Rita con ella.
Horas antes de la grabación la cual sería transmitida en todo el país, Sophie le preguntó a tía Rita, “¿Dónde está David ahora? Necesito que lo llames por teléfono para decir una oración porque estoy realmente nerviosa.” Tía Rita dijo, “Sophie, no tengo idea dónde está David ahora mismo. Solo ponte de rodillas conmigo y oremos.” Entonces, estas dos amigas de toda la vida, una católica y la otra judía, se arrodillaron y oraron juntas. Luego fueron al estudio para la grabación, lo cual fue un gran éxito.
Esta historia dejó una impresión duradera en mí, no solamente porque llevó a una cristiana y a una judía a unirse en oración, sino que también demostró la importancia de cimentar todo lo que hacemos y todo lo que somos en la fe. Si nos llamamos hombres y mujeres de fe, no podemos darnos el lujo de comprometer nuestra fe cuando estamos en la arena pública o la arena política. Simplemente, la fe no puede compartimentarse ni encenderse o apagarse según se necesite. La vivencia de nuestra fe necesita ser constante con cada respiro y paso.
Aquí en Ohio, se nos pide este otoño que vayamos a las urnas a votar sobre una propuesta a la Constitución de Ohio que expandiría peligrosamente el aborto legalizado. Esta propuesta extrema pone en peligro a las mujeres al debilitar los estándares claves de salud y seguridad y les quitaría y amenazaría los derechos de los padres. Incluso abre la puerta a un aborto doloroso durante los nueve meses de embarazo. Por favor sepan que no soy un político, y que nunca respaldaría a ningún candidato. Al mismo tiempo, como su pastor, necesito defender lo que es correcto y ser la voz de los que no tienen voz en el desierto de lo que se está convirtiendo cada vez más en una cultura desechable. Desde el niño en el útero hasta el migrante que huye de la violencia o el desastre natural, desde las mujeres y las familias en la pobreza, al prisionero en el corredor de la muerte, estamos llamados a elegir la vida y ayudarla a florecer.
En su Carta a los Gálatas, San Pablo dice, “Así, pues, hagamos el bien sin desanimarnos, que a su debido tiempo cosecharemos si somos constantes.” (Gálatas 6,9) En algunas traducciones, se lee “Nunca nos cansemos de hacer lo correcto.” En nuestra fe Católica Cristiana, para ser auténtica y modelo de la fe de Jesucristo, siempre debemos buscar lo que es bueno y justo. Por el bien de Dios y el bien de nuestra fe, así como por el bien de las mujeres embarazadas, los niños en peligro y los no nacidos, por favor digan “No” a esta enmienda cuando voten el 7 de noviembre.
No podemos llevar nuestra fe como llevamos nuestra ropa, esto es, cambiarla de acuerdo al clima y al capricho. Ser cristiano es siempre llevar puesto a Cristo en todas las estaciones y buscar como Jesús todo lo que es bueno y correcto.
